Uno de los anuncios que más me ha llamado la atención últimamente es el de la aseguradora AXA. Demuestra que con un presupuesto mínimo (que estamos en crisis) pero mucho ingenio puede crearse un buen spot, original y a la vez minimalista, y con un resultado (o más bien dos) bien curioso. [Ver anuncio]
Pero no es el único ejemplo de lo que cambia el significado de un puñado de frases dependiendo del sentido de la lectura:
Recién casados:
ÉL: ¡¡Sí!! Por fin... Qué dura fue la espera. No podría aguantar ni un minuto más.
ELLA: ¿Quieres dejarme?
ÉL: Nooo! ¿Estás loca? Ni siquiera lo pienses.
ELLA: ¿Me amas?
ÉL: Por supuesto, una y otra vez.
ELLA: ¿Alguna vez me has sido infiel?
ÉL: Noo! Sólo pensarlo me da asco.
ELLA: ¿Me besarías?
ÉL: En cada oportunidad que tenga.
ELLA: ¿Te atreverías a golpearme?
ÉL: Sabes que no soy ese tipo de hombre.
ELLA: ¿Puedo confiar en ti?
ÉL: Sí.
ELLA: Mi amor!
A los 20 años de casados:
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